Resumen:
Las larvas de peces marinos son los vertebrados de vida libre más pequeños que existen (Hunter, 1981). Al momento de la eclosión, carecen de la mayoría de órganos y sistemas que caracterizan a los juveniles y adultos; cuentan con un saco de vitelo y glóbulo de aceite cuyo papel es el de proveer de la energía y los nutrientes necesarios durante los primeros días de vida. Esto implica que durante los primeros días de desarrollo existe toda una gama de procesos de diferenciación de órganos y sistemas que van dirigidas hacia el inicio de la alimentación exógena, la cual ocurre una vez que se agotan las reservas alimenticias (i.e. saco de vitelo y glóbulo de aceite). Varios estudios han destacado la importancia de la primera alimentación como etapa crítica de la ontogenia inicial de peces marinos, ya que se han reportado mortalidades superiores al orden del 60%, tanto en el medio natural, como en condiciones de cultivo. Esto se acentúa cuando se trata de nuevas especies que han sido introducidas a la acuacultura, como es el caso de los lutjanidos. Aunado a esto, la supervivencia larvaria está dada en gran medida por la capacidad que tengan los organismos para digerir y asimilar los nutrientes al momento de cambiar de una alimentación endógena a una exógena. Esto implica que durante los primeros días de desarrollo existan cambios drásticos en la morfología y fisiología digestiva de las larvas, dando como resultado la síntesis y secreción de enzimas digestivas que les permita hidrolizar los nutrientes presentes en el alimento (Peña, 2000; Lemieux et al., 2003). Resalta entonces la relevancia del éxito alimenticio durante la primera alimentación exógena como un mecanismo de regulación del reclutamiento en el medio natural, así como de factor que define tanto la calidad, como la cantidad de larvas producidas en condiciones de cultivo.