Resumen:
La resiliencia se define como la tendencia de un sistema natural a mantener su integridad cuando se somete a una perturbación, y como la capacidad del sistema para absorber o recuperarse de una perturbación y cambiar manteniendo sus funciones y servicios (Holling, 1973). Esta definición considera dos enfoques, definiendo cada uno diferentes aspectos de la estabilidad; Pimm (1984) se refiere a la capacidad de un sistema para soportar la perturbación y la tasa a la cual el sistema vuelve a su estado de equilibrio. Este enfoque ha sido denominado "resiliencia de ingeniería" y asume la presencia de un equilibrio o estado estable, y explora el comportamiento del ecosistema en la proximidad del estado estacionario (Gunderson et al., 2002). El segundo se refiere a la presencia de múltiples estados estables y estados intermedios de inestabilidad, donde una alteración puede conducir a un cambio en el comportamiento del sistema hacia otro dominio de estabilidad. Este enfoque es denominado "resiliencia ecológica" (Walker et al., 1981; Holling, 1996; Gunderson y Holling, 2001), y tiende a centrarse en aspectos aplicados de la ecología de sistemas (e.g. la gestión y dinámica de recursos). La diferencia entre estos dos enfoques es que la "resiliencia de ingeniería" se refiere a la eficiencia de la función del sistema, mientras que la "resiliencia ecológica" al mantenimiento de las funciones del sistema (Gunderson et al., 2002). Con esto en mente el objetivo de este trabajo es investigar como la resiliencia de los ecosistemas se ve afectada por el cambio climático. La resiliencia se estima con base en los datos de matrices de consumo (Arreguín-Sánchez 2014); y modelos tróficos del ecosistema que son experimentalmente forzados con índices de cambio climático. También se explorarán las respuestas de las poblaciones en relación con su resiliencia / vulnerabilidad.